25.8.07

Horacio Quiroga y el Decálogo

Horacio Quiroga en Corrientes.


El famoso Decálogo del perfecto cuentista de Horacio Quiroga.
I
Cree en un maestro -Poe, Maupassant, Kipling, Chejov- como en Dios mismo.

II
Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.

III
Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.

IV
Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.

V
No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.

VI
Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.

VII
No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.

VIII
Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos no pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.

IX
No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.

X
No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.

24.8.07

Pura Alegría: Muñoz Molina

Antonio Muñoz Molina.

En una obra que publicó en 1996, Pura Alegría, Antonio Muñoz Molina recopila una serie de ensayos y discursos acerca del escritor y su oficio. En la primera parte, "La realidad de la ficción", el autor inicia una serie de conferencias en la Fundación Juan March, en Madrid, en 1991. Y se responde a la pregunta de cuándo empezó a escribir o decidió ser escritor: "(...)no sé encontrar una fecha ni recuerdo siquiera las trazas de una voluntad consciente. No creo, por lo demás, que nadie resuelva hacerse escritor, del mismo modo que Traffaut ningún niño quiere ser de mayor crítico de cine. Cuando interviene la voluntad es porque ya existía una disposición hacia ella. Si no hubiéramos oído hablar del amor, dice La Rochefoucauld, seguramente no nos enamoraríamos. Si no supiéramos que existen los libros y que hay hombres extravagantes que se dedican a escribirlos puede que no se nos ocurriera ser escritores, pero es seguro que esa ignorancia no sería un obstáculo para que cultiváramos el gusto por la ficción."

23.8.07

La ficción de la Maga

Cortázar, una ventana y un gato.

Horacio y la Maga entraron en un HOTEL. Una vez dentro de una habitación, "La Maga había pretendido inconcientemente hacer literatura, quedarse al lado de la ventana fingiendo mirar la calle mientras Oliveira verificaba la falleba de la puerta." Y yo no me pude resistir de releer cientos de veces esas líneas de Rayuela. Con esas escasas palabras, Julio Cortázar me mostraba la ficción del individuo contemporáneo, y por si fuera poco, la oscuridad de la literatura misma. La imagen de la Maga, contrastada con la indiferencia de Oliveira, trasladan al ser cínico y patético que ha resultado ser el ser humano, el artista que no hace otra cosa que fingir, a través de la vanidad, del egoísmo, qué sé yo.

22.8.07

Juan Bosch y el cuento

Juan Bosch (1909 - 2001)

Juan Bosch, fue no solo Presidente de la República Dominicana, sino que también escritor de ensayos, cuentos y novelas. Recuerdo haber escuchado por primera vez su nombre en mi primer taller de narrativa, dirigido por Cromwell Jara, cuando nunca antes lo había escuchado mencionar y desde ese entonces jamás lo volví a oír tampoco. Sin embargo, navegando en Internet pude encontrar un artículo suyo, donde da algunas ideas sobre la forma del cuento y su diferencia con la novela.

"El interés que despierta el cuento puede medirse por los juicios que les merece a críticos, cuentistas y aficionados. Se dice a menudo que el cuento es una novela en síntesis y que la novela requiere más aliento en el que la escribe. En realidad los dos géneros son dos cosas distintas; y es más difícil lograr un buen libro de cuentos que una novela buena. Comparar diez páginas de cuento con las doscientas cincuenta de una novela es una ligereza. Una novela de esa dimensión puede escribirse en dos meses; un libro de cuentos que sea bueno y que tenga doscientas cincuenta páginas, no se logra en tan corto tiempo. La diferencia fundamental entre un género y el otro está en la dirección: la novela es extensa; el cuento es intenso.

El novelista crea caracteres y a menudo sucede que esos caracteres se le rebelan al autor y actúan conforme a sus propias naturalezas, de manera que con frecuencia una novela no termina como el novelista lo había planeado, si no como los personajes de la obra lo determinan con sus hechos. En el cuento, la situación es diferente; el cuento tiene que ser obra exclusiva del cuentista. El es el padre y el dictador de sus Criaturas; no puede dejarlas libres ni tolerarles rebeliones. Esa voluntad de predominio del cuentista sobre sus personajes es lo que se traduce en tensión por tanto en intensidad. La intensidad de un cuento no es producto obligado, como ha dicho alguien, de su corta extensión; es el fruto de la voluntad sostenida con que el cuentista trabaja su obra. Probablemente es ahí donde se halla la causa de que el género sea tan difícil, pues el cuentista necesita ejercer sobre sí mismo una vigilancia constante, que no se logra sin disciplina mental y emocional; y eso no es fácil".

21.8.07

Alfredo Bryce Echenique.

"Pongo en mis escritos lo que no pongo en mi vida. Por eso creo que no los termino nunca. Y no pongo en mi vida lo que pongo en mis escritos. Por eso es que vivo tan poco y tan mal." Vaya forma la de Bryce para relatar parte de su biografía, de su idea sbre el escritor, a través de este aforismo sencillo, pequeño, pero sustantivo. (Alfredo Bryce Echenique. "Retrato de escritor con gato negro" Guía Triste de París.)

20.8.07

Lo que sucede y no sucede

Javier Marías. Premio Rómulo Gallegos.

Mañana en la batalla piensa en mí, es el título de la novela con la que Javier Marías gana el premio Rómulo Gallegos, de cuyo discurso pertenece el siguiente fragmento. Lo encontré al final del libro, y quizás me haya gustado tanto como la novela. En él aparece una idea que cambia mi concepción sobre la literatura, y ese descubrimiento podría ser la razón de postear cosas como ésta. Después de leerlo, uno se acerca a la certeza de que la ausencia pueda llegar a ser tan o más importante que lo presente, lo próximo; exagerando: la superficie.

"Parece cierto que el hombre -quizá aún más la mujer- tiene necesidad de algunas dosis de ficción, esto es, necesita lo imaginario además de lo acaecido y real. No me atrevería a emplear expresiones que encuentro trilladas o cursis, como lo sería asegurar que el ser humano necesita "soñar" o "evadirse" (un verbo muy mal visto este último en los años setenta, dicho sea de paso). Prefiero decir más bien que necesita conocer lo posible además de lo cierto, las conjeturas y las hipótesis y los fracasos además de los hechos, lo descartado y lo que pudo ser además de lo que fue. Cuando se habla de la vida de un hombre o de una mujer, cuando se hace recapitulación o resumen, cuando se relata su historia o su biografía, sea en un diccionario o en una enciclopedia o en una crónica o charlando entre amigos, se suele relatar lo que esa persona llevó a cabo y lo que le pasó efectivamente. Todos tenemos en el fondo la misma tendencia, es decir a irnos viendo en las diferentes etapas de nuestra vida como el resultado y el compendio de lo que nos ha ocurrido y de lo que hemos logrado y de lo que hemos realizado, como si fuera tan sólo eso lo que conforma nuestra existencia. Y no olvidamos casi siempre que las vidas de las personas no son sólo eso; cada trayectoria se compone también de nuestras pérdidas y nuestros desperdicios, de nuestras omisiones y nuestros deseos incumplidos, de lo que una vez dejamos de lado o no elegimos o no alcanzamos, de las numerosas posibilidades que en su mayoría no llegaron a realizarse -todas menos una a la postre-, de nuestras vacilaciones y nuestras ensoñaciones, de los proyectos fustrados y los anhelos falsos o tibios, de los miedos que nos paralizaron, de lo que abandonamos o nos abandonó a nosotros. Las personas tal vez consistimos, en suma, tanto en lo que somos como en lo que no hemos sido, tanto en lo comprobable y cuantificable y recordable como en lo más incierto, indeciso y difuminado, quizá estamos hechos en igual medida de lo que fue y de lo que pudo ser."